Para muchas familias es de vital importancia que sus hijos sean obedientes pero, ¿qué entendemos por obediencia? Si se trata de seguir normas y reglas sin cuestionarlas o sin protestar puede ser contraproducente para su educación y conlleva importantes peligros. El niño que es educado para obedecer sin pensar, generalizará esa manera de actuar y tenderá a repetirla en futuras ocasiones y circunstancias.
Celia Rodríguez Ruiz (Psicóloga y Pedagoga)
Los peligros de la obediencia La obediencia es un tema muy importante para muchas familias. En numerosas ocasiones, los padres y madres mencionan la importancia de que sus hijos les hagan caso sin cuestionar. Esto puede parecer muy importante, ya que como padres podemos pensar que sabemos lo que es mejor para los niños y no tenemos tiempo para explicarles por qué es así. Sin embargo, esto puede no ser adecuado. Si educamos a los niños para que obedezcan sin pensar nos enfrentamos a muchos peligros: • El niño cuestiona sus decisiones y antepone la orden impuesta a lo que él considera correcto. • El niño crecerá e interiorizará esa manera de actuar, convirtiéndola en un hábito y llevándola a cabo en diversas situaciones, y por lo tanto tenderá a seguir las órdenes de otros, aún por encima de sus valores. • Si se limitan a obedecer, no les estamos educando para que decidan por si mismos. Les educamos para que sean indecisos y les cueste tomar decisiones que regulen su propia conducta. ¿Educar para que sean obedientes o para que piensen? Si nos detenemos a reflexionar, seguramente nos encontremos ante un dilema: por un lado queremos que los niños sean obedientes, pero por otro lado queremos que piensen y que no se acostumbren a hacer lo que les ordenan los demás sin pensar, y olvidando sus valores. La clave está en la disciplina positiva, la educación en valores y el desarrollo de la autonomía y la responsabilidad, así como la educación para que piensen con criterio. Disciplina positiva Se trata de ofrecer una disciplina basada en el respeto y alejada de fórmulas autoritarias. Es un tipo de disciplina que se asienta en bases democráticas, donde las normas no son impuestas sino consensuadas y acordadas, donde se escucha la opinión del niño y donde se cumplen las normas por un acuerdo. Educación en valores Una educación en valores que se antepongan a la obediencia ciega, se trata de educar para que tengan unos valores que les sirvan como guía de conducta. Desarrollo de la autonomía y de la responsabilidad Si nos paramos a pensar seguramente lo que buscamos es que el niño sepa cuál es la manera correcta de comportarse y que pueda seguir esa manera sin necesidad de seguir una orden externa. Para lograr esto es necesario educar para el desarrollo de la autonomía y de la responsabilidad. Un niño autónomo puede tomar decisiones responsables por sí mismo. Pero para ello necesitamos dejarle su espacio y ser conscientes de que nos van a desobedecer y esto es necesario para su desarrollo. El pensamiento crítico El último punto, pero no menos importante, es el desarrollo del pensamiento crítico. El niño tiene que aprender a pensar por sí mismo y confiar en su propio criterio sin necesidad de recibir órdenes o aprobación externa. Fuente: Psicología para Niños
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