¿Por qué la alquimia no es una ciencia como tal, pero tampoco se descarta el que sea una precursora de la farmacéutica y de la química? En la antigüedad, la religión, filosofía y ciencia estaban unidas y esta práctica tiene un punto en común de las tres.
Definir exactamente cuándo surge la alquimia es complicado, puesto que las diferentes formas de practicarla en África, Asia y Europa, supone orígenes diversos en el tiempo. En la parte oriental se trataban temas altamente relacionados con el taoísmo y la astrología, su objetivo principal era el moshka (creencia hinduista que se puede interpretar como la liberación espiritual del alma de las ataduras materialistas: el cuerpo, karma y sobre todo del renacimiento), es decir, un estado de naturaleza, virtud y fe que el ser humano aspira a alcanzar.
Por otra parte, en la zona occidental vemos surgir el concepto de alquimia en Egipto durante la época helenística, por Bolos de Mendes en el siglo III a.C., traducido como derretir un metal. La alquimia tiene un origen en la corriente filosófica y religiosa del hermetismo, que se vio influenciada por el platonismo y su lugar de origen. La creencia base de los herméticos es que el ser humano es un individuo que busca su realización a partir del camino de la belleza, lo bueno y la virtud; sin embargo, este no sigue una línea recta, puesto que se ve amenazado por el materialismo y placeres momentáneos. Un punto muy similar que se relaciona con la parte oriental, en este caso, el moshka, pues empezamos a notar que la alquimia tiene un objetivo y raíces metafísicas.
Transmutación de sustancias ¿para qué?
Una de mis primeras preguntas al momento de reflexionar sobre la práctica de la alquimia fue por qué, precisamente, su objeto de estudio era la transformación de metales básicos a preciosos, ya que existe todo un trasfondo teleológico y filosófico. Para un mejor entendimiento, creo necesario encontrar la relación entre el platonismo y el hermetismo con el camino del alma a través de la transmutación de la materia que los alquimistas buscaban.
Platón planteaba un orden ontológico del cosmos en el que los humanos éramos el punto medio, por encima de los seres sin sensaciones o razón, y por debajo de aquellos que poseían de divinidad y estaban fuera de nuestra realidad del tiempo, en este caso, Dios era el punto más alto de la jerarquización.
Ahora bien, el idealismo platónico, además de incluir a los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua (que son la base de toda práctica alquimista) añade uno más: el éter, quintaesencia o bien, alma; la cual es una especie de energía vital que es inmortal, pero al caer sobre un sólido como lo es nuestro cuerpo nos hace mortales, teniendo así sensaciones por medio del raciocinio; pero también divinidad, por medio del espíritu.
El deseo humano, según Platón, se ve simbolizado por dos tipos de Eros: el vulgar y el de la virtud. El primero se refiere al que se deja llevar por lo material y consumista, que solo busca el beneficio propio y se engloba en un punto egoísta, al contrario del otro, aquel que busca un camino hacia la divinidad y lo espiritual para llegar a su Télos, tal como lo menciona Aristóteles; sin embargo, llegar a este punto no es nada fácil, pues como anteriormente planteé, la experiencia del éter nos lleva a necesidades físicas y materiales, además que estamos bastante influenciados por el mundo externo y por cómo se maneja la sociedad hoy en día a través de las pasiones corporales. De acuerdo con los alquimistas, la materia no representaba lo bello, por más complaciente que fuese, sino que la belleza se encontraba en la divinidad.
La solución que se planteaban era abandonar el camino de la vida fácil y comenzar a preocuparse por su inteligencia, que es capaz de vencer al ego. Haciendo esta práctica tendría como consecuencia llegar a la muerte con un alma purificada, limpia y divina para poder ascender; en cambio, a aquel hombre que pasaba su vida buscando lo mundano no sería capaz de lograrlo por la impurificación de su alma.
Teniendo en cuenta esta relación sobre el hermetismo y el platonismo, podemos empezar a ver como se articulan entre sí con la alquimia. Y bien, ¿por qué la transmutación de metales? Los herméticos creían, al igual que Platón, que todo mal estaba en la materia, pero el ser Supremo, había concebido esta malicia, por lo que dotado al ser humano de prudencia, espíritu, memoria y pensamiento, para que se pudiera acercar a lo divino.
La piedad por medio del conocimiento es la base de todo hermético y alquimista, la transformación de un metal que ocupaba el punto más bajo en la jerarquización a uno precioso, representaba como el humano que era un punto medio; podía subsistir con lo materia más “baja” para marcar un camino hacia Dios y al mismo tiempo purificar su alma.
Según el psicólogo Carl Jung, la alquimia también posee de matices psicológicos, menciona que los alquimistas proyectaban los deseos de su inconsciente a través de la materia, pero no cualquiera que la practicase ya era considerado como uno, solo aquel que recibía una inspiración divina y se atrevía a buscar una vida filosófica. De ahí el aforismo “Aurum nostrum non est aurum vulgi” traducido como “nuestro oro no es como el oro común”.
Proceso alquímico después de la muerte
El proceso alquímico continua con el fallecimiento: comienza con el nigredo, una fase en donde el alma parte, que se ve representada por un alquimista incinerando su propia materia, luego, se destilan las pasiones para purificar el alma y el cuerpo, representado por el color blanco llamado albedo; una vez así comienzan las últimas dos fases: el citrinitas, en busca de la pérdida física y una nueva obtención de divinidad, para terminar con el rubedo, en donde el ser humano ha sido capaz de limpiarse por completo y llegar a un estado andrógino. Es importante señalar que los alquimistas también proponían un retorno de nuevo al nigredo para purificarse cuántas veces fueran necesarias, pues el camino a la divinidad era aceptar que nunca se pudiese saber o conocer a ciencia cierta al Supremo; sin embargo, valía la pena intentarlo.
Conclusión
La alquimia es una práctica que se ve muy articulada con muchas otras disciplinas, no solo de corte científico, sino también filosófico. Aunque en la actualidad hoy sea considerada como una pseudociencia o un recurso fantasioso de la literatura, supone de un trasfondo reflexivo acerca de cómo es que podemos guiarnos a través de una práctica a una vida llena de virtud y mejora progresiva. Es realmente interesante, pues posee en parte creencias religiosas, pero no solo se queda con una fe para salvarse, sino que en realidad se preocupa por ahuyentar las pasiones materialistas y aumentar su conocimiento como herramienta de piedad y salvación. Es completamente válido y respetable seguir con este tipo de prácticas hoy en día, pues la búsqueda de nuestro bien y de tratar de ser lo más ético y virtuoso posible es algo natural de la existencia y del ser humano. No hay que castigarnos por la influencia de la sociedad o el actual estilo de vida, al contrario, es maravilloso salir de un estándar para explorar las diversas creaciones de nuestro mundo. Ser es un milagro.
Fuentes de consulta
Calderón, J., Gutiérrez, H. (20 de febrero de 2015). La alquimia como práctica filosófica. UNAM.https://vinculacion.dgire.unam.mx/vinculacion-1/Congreso-Trabajos-pagina/Trabajos-2015/Humanidades-y-Artes/Filosofia/6.%20CIN2015A40145.pdf
Editorial Etecé. 26 de septiembre de 2020. Alquimia - Qué es, historia, alquimistas y relación con la química. https://concepto.de/alquimia/
Muy interesante. Me llama la atención cómo se entreve una amalgama entre el conocimiento filosófico, científico y religioso. Hoy día tendemos a ver estos aspectos del quehacer humano como separados (y a veces inconciliables), pero el caso de la alquimia nos demuestra que en las cosmovisiones antiguas las tres podían ir perfectamente de la mano.