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Carta a mis niños, a los niños que fuimos y a los niños que son.

Queridos niños:


Antes que nada, quisiera, en nombre de todos los adultos, que somos los que tomamos decisiones en este momento o en el pasado, ofrecerles una disculpa. Creo firmemente que la merecen, sobre todo porque les estamos negando la posibilidad de vivir una infancia y una adolescencia sin preocupaciones, porque les ha tocado una vida de malas noticias, porque en la escuela, además de enseñarles lo que les servirá en el futuro, tenemos que enseñarles que nuestros ríos se están contaminando y algún día nos quedaremos sin agua, que hay especies que jamás conocerán porque están extinguiéndose, o que tenemos que enfocarnos en explorar el espacio porque nuestro planeta está al borde del colapso. No digo esto para justificar que seguiremos haciendo lo mismo, más bien, lo digo con la firme convicción de que hay muchos seres humanos que estamos optando por hacer un cambio y crear un mundo mejor para todos.


También quisiera decirles que creemos firmemente en ustedes y en su capacidad de tomar buenas decisiones en el futuro, aquellas decisiones que seguro cambiarán el panorama para toda la humanidad.


Sé que a veces puede sentirse como un gran peso sobre nuestros hombros, sé que muchas veces es difícil ver que algo de esto puede cambiar, pero siempre he creído que podemos replicar lo que hacemos dando el ejemplo.


En una entrevista, Eduardo Galeano recordaba un episodio de su vida cuando, en Cartagena de Indias, en una charla a estudiantes universitarios con Fernando Birri (cineasta argentino), uno de ellos le preguntó a Fernando: ¿Para qué sirve la utopía? Fernando Birri respondió, según cuenta Galeano: “La utopía está en el horizonte, yo sé muy bien que nunca la alcanzaré, que, si yo camino 10 pasos, ella se alejará 10 pasos, que en cuanto más la busque, menos la encontraré, porque ella se va alejando a medida que yo me acerco. Entonces es una buena pregunta, ¿no? ¿Para qué sirve? Pues la utopía sirve para eso, para caminar”.


Quisiera regalarles a todos ustedes eso, la capacidad para imaginar siempre un futuro mejor, más justo, más armonioso, sin tanta prisa, un futuro donde podamos vivir en paz unos con otros y también con nuestro planeta. También les regalaría la fuerza y la convicción para caminar en esa dirección. Quisiera que pudieran ver la magia que hay en ustedes y en todo lo que nos rodea, la capacidad de aceptar nuestras diferencias y reconocer nuestras similitudes, la elección de tratarnos unos a otros con compasión y respeto.


Cuando sientan que nada mejor puede pasar, que por mucho que hagan nada cambia, tomen un respiro, piensen en todos los años que ha tomado a la humanidad llegar hasta este momento, respiren, visualicen lo que les gustaría que pasara y recuerden que en medio de un universo infinito, en medio de millones de posibilidades, hace millones de años, se unieron en el universo algunos elementos químicos que crearon nuestro planeta, ese planeta en el que hay seres conscientes y pensantes, que luchan por crear un futuro mejor, recuerden siempre que: ¡Somos magia!


Con amor: Gaby



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